Las redes cerebrales asociadas con el deseo se activaron más cuando las personas no habían dormido y vieron fotos de comida chatarra.
Dormir poco puede incrementar la actividad en áreas del cerebro que buscan placer, especialmente en lo que se refiere al hambre y los hábitos alimenticios generados en parte por unas glándulas intestinales involucradas en el apetito, revelan dos estudios presentados en el encuentro anual de la Associated Professional Sleep Societies de Estados Unidos.
Según el sitio 20minutos.es, en uno de los estudios, realizado en la Universidad de California en Berkeley (EE UU), se pidió a 23 adultos jóvenes poner nota a varios platos de comida mientras eran examinados en resonancia magnética funcional.
De ellos, unos habían estado despiertos durante 24 horas seguidas, y la otra parte habían descansado bien. El grupo de los voluntarios que no habían dormido en un día, mostró una amplia preferencia por la comida menos saludable en comparación con los otros.
En la otra investigación realizada en la Universidad de Columbia, también utilizaron resonancia magnética funcional, que registra el flujo sanguíneo en el cerebro, para comparar la actividad cerebral en 25 voluntarios después de una noche de sueño normal y de una noche en que se les limitó el sueño a sólo cuatro horas.
A unos y a otros les mostraron imágenes de comidas saludables, frutas y vegetales, intercaladas con otras poco saludables. Ocurrió que las redes cerebrales asociadas con el deseo tuvieron más actividad cuando los voluntarios no habían dormido que cuando habían descansado bien, especialmente cuando vieron las imágenes de comida chatarra.
Lo que pasaba es que las personas que habían dormido mal deseaban comidas como pizzas y hamburguesas. Según los investigadores, los voluntarios deseaban comidas altas en calorías porque sus cuerpos y cerebros buscan la energía que les falta para poder enfrentar la jornada.
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